Un día estábamos unos cuantos amigos en ese parque cuando, de repente, oímos cómo emopezaba a tronar y nublarse el cielo. Minutos después empezó a llover y a granizar al mismo tiempo y tuvimos que cruzar corriendo la calle hasta llegar a la Biblioteca.
Cuando nos refugiamos en el portón, llamamos al timbre. Poco después una señora de aproximadamente ochenta años nos abrió y nos dejó pasar. Era una mujer extraña, pero muy amable; nos sacó galletas, chocolate caliente y ropa seca; pero, ¿de dónde lo había sacado?, ¡era una biblioteca!
Después de estar media hora sentados en los sofás del recibidor, decidimos ir a ver los libros que había y tras dar unas vueltas encontramos una puerta que tenía un cartel en el que ponía: "¡NO PASAR, MORIRÁS SEGURO!"
Leímos el cartel, pero cogimos la llave que estaba colgada a su lado. Muertos de miedo la introdujimos en la cerradura. Se abrió. Y de repente un viento muy fuerte se tragó a mis amigos.
Gisela Peralta
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