miércoles, 20 de febrero de 2008

La mujer del parque

Una noche estaba paseando con mis amigas en el parque que está al lado de mi casa; estábamos sólo nosotras, no había nadie más. Al principio todo parecía perfecto, hablábamos tranquilamente de nuestras cosas; sin embargo, al cabo de un rato una de mis amigas, asustada, nos dijo que había visto a una mujer vestida de blanco. No le hicimos caso y seguimos con lo nuestro hasta que otra amiga vio lo mismo. Entonces nos quedamos calladas durante un par de segundos y fue cuando apareció delante de nosotras aquella mujer, que caminaba con un niño en los brazos. Le cantaba para que se durmiera y parecía que no nos veía. Asustadas, cerramos los ojos y al abrirlos la mujer ya no estaba, había desaparecido.
Nos fuimos a nuestras casas. Al día siguiente nos enteramos de que en aquel parque había muerto una mujer con su hijo. Desde aquella noche no fuimos más a ese parque.
Cristina Gheorghe

El caballo

Soy una yegua normal y corriente; todavía soy pequeña. Mi madre era bastante vieja, era muy comprensiva y muy cariñosa. Le gustaba que le mimaran, igual que a mí, por supuesto.
Un día me levanté cuando todavía no había amanecido; fui con mi madre, la intenté levantar, pero no se despertaba. Pensaba que estaba demasiado dormida así que me tumbé a su lado y me dormí. Al cabo de un buen rato, me levanté; mi madre seguía ahí tumbada en el sol en la misma postura que al amanecer. La llamé millones y millones de veces; no me hizo ningún tipo de caso. Le daba pataditas pequeñas para despertarla y nada. Me empecé a preocupar, le escupí, le pegué, le relinché en el oído; entonces vino mi domador, es un buen hombre, nos quiere mucho. Él también la intentó levantar, pero no pudo. Empecé a sofocarme, a ponerme nerviosa; me tumbé para relajarme, pero no podía, no respiraba. Él intentó recogerla junto con cuatro personas más. Se la llevaron y fui corriendo detrás como una furia; me preocupé mucho. Unas verjas me pararon. Vi a mi domador triste, me estaba imaginando lo que iba a pasar.

Me llevaron a ver a mi madre. Yacía muerta en una mesa de metal ensangrentada de un cálido calor. Ese fue el último día que vi a mi madre, sin una despedida ni nada parecido.
Es una tortura recordar ese día.

Carolina Bucher

lunes, 18 de febrero de 2008

Microrrelato

Ayer mientras estudiaba, tenía el teléfono móvil en la mano, cuando de repente, oí que me llamaban; estaba tan concentrado que me asusté y pegué tal salto que el aparato salió volando. En un breve segundo, vi pasar toda su vida ante mis ojos: las fotos en Graus, los vídeos, incluso las llamadas que me hicieron; pero a continuación, un acto reflejo agarró el teléfono y evitó su caída al abismo.

Nacho Castro

¡Qué animales somos...!

En el taller de 1º de ESO hemos buscado las expresiones con GATO y hemos encontrado estas:

1.- buscarle tres pies al gato

No le busques tres pies al gato, los 100 euros se te han caido al río y no los verás más.

2.- de noche todos los gatos son pardos.

Llevo un agujero en el pantalón pero no importa, de noche todos los gatos son pardos.

3.- aquí hay gato encerrado

Ese señor tiene un comportamiento extraño, aquí hay gato encerrado.

4.- llevarse el gato al agua

El Partido Popular se ha llevado el gato al agua: ha ganado las elecciones

5.- dar gato por liebre

En esa tienda me quisieron dar gato por liebre: me vendían una chaqueta de piel que no era
de piel.


Además, nos hemos inventado todas estas expresiones con animales:

estar como rana en el barro
estar como gato en una alfombra
pescar dos peces con el mismo anzuelo
tener la cabeza llena de hormigas
no le busques orejas a una serpiente
ser tan juguetón como un mono